PASOS A SEGUIR PARA EL SALVAMENTO DE MATERIALES DE BIBLIOTECA DAÑADOS POR EL AGUA - parte 1
Library of Congress USA
Apartes de un
texto de Peter Waters
(inédito y revisado en julio de 1993)
Desde la primera edición, en 1975, de Pasos a seguir para el salvamento de materiales de biblioteca dañados por el agua, no ha habido un descenso en la frecuencia de accidentes o de desastres imprevistos, lo cual se ha traducido en un amplio daño por la acción del agua en los fondos de los materiales de las bibliotecas. Pero podemos ver que hemos comenzado a valorar el gran mérito que tiene hacer planes de preparación para el evento de un desastre. El estar familiarizados con la necesidad de tener que tomar con presteza una serie de decisiones interrelacionadas, comprendiendo los efectos que cualquier decisión que se tome tiene sobre la que sigue, es la mejor forma de preparación, necesaria en el supuesto de graves problemas por daños causados por la acción del agua. Un plan bien estructurado puede reducir de gran manera los costos del salvamento y la restauración, así como la proporción de pérdidas totales. Esta preparación también ayuda a disminuir el impacto emocional y sicológico sobre los seres humanos.
Las diversas alternativas discutidas en esta edición revisada se han diseñado a fin de salvar la máxima cantidad de material con un mínimo de restauración por un lado, y de necesidad de reemplazar material por el otro. Sin embargo, no se puede dejar de señalar enfáticamente que ningún tipo de instrucciones generales en una situación dada, pueden sustituir el asesoramiento in situ de un bibliotecario o archivero experimentado, que haya pasado por estas situaciones de recuperación de colecciones dañadas por el fuego o por el agua. Se recomienda enfáticamente que tal asistencia y consejo sea buscado lo más pronto posible después de que haya tenido lugar el desastre. Además, el Directorio de Preservación de la Biblioteca del Congreso, siempre está preparado para actuar como centro de información técnica para los esfuerzos del salvamento de emergencia.
El personal de las bibliotecas y archivos está hoy día y en general, mejor informado sobre los mecanismos de secado de los objetos de celulosa así como sobre algunas de las tecnologías desarrolladas para este propósito. El uso de cámaras de vacío para secar grandes cantidades de libros y de registros en papel se ha convertido en un acercamiento aceptable, casi normal, pero no sin alguna confusión sobre las diferencias y ventajas relativas al secado por vacío y al secado por congelación al vacío (liofilización). Ambos métodos eliminan el agua con efectividad, pero con mecanismos bastante diferentes y a menudo, con resultados bastante diferentes. El comprender como funcionan estas tecnologías es esencial a la hora de planear una operación de rescate, a fin de determinar cual es la mejor combinación posible entre las condiciones en las que se encuentra el material, las necesidades, la naturaleza misma de los objetos y las ventajas y características de un sistema de secado en particular.
El uso de fungicidas para controlar la expansión del crecimiento del moho se ha convertido en tema de creciente controversia, puesto que pueden causar serios problemas de salud a los trabajadores y en algunos casos, a los objetos tratados. La esterilización mediante el óxido de etileno y productos químicos derivados, ha sido minuciosamente estudiada por la Agencia de Protección Ambiental (Environmental Protection Agency, EPA)*, su uso ha sido restringido y no podemos recomendar su uso sino a través de una firma comercial que tenga todos los permisos y que reúna todas las condiciones de seguridad necesarias para esto. Es preferible que los tratamientos que impliquen el uso del óxido de etileno (OET) se hagan bajo condiciones controladas como, por ejemplo, en campanas de vacío y al final del ciclo de secado, y quien se encargue de esto debe garantizar que no dejará residuos tóxicos de ningún tipo en los objetos. El OET sigue siendo el tratamiento más efectivo ante un ataque masivo de moho y hongos como resultado de desastres graves, especialmente aquellos que implican riadas, desbordamiento de ríos.
Las decisiones críticas que deben tomarse después de un daño causado por el agua requieren el conocimiento de las tecnologías de secado existentes y de sus efectos sobre los diversos objetos, compuestos de varios materiales. Idealmente, los objetos trasladados desde su lugar de origen deberían prepararse y empaquetarse de un modo especialmente indicado para el método de secado que se va a emplear. Desafortunadamente, lo que ocurre en la mayoría de los casos, especialmente cuando no existen planes de emergencia, es que el material mojado es empaquetado y enviado a los lugares donde están los congeladores industriales, sin conocimiento de cómo serán secados los objetos. Esto puede tener como resultado el que se haga necesario el reempacar todo antes del secado, lo que añadirá un costo adicional considerablemente mayor al proceso de secado y un daño potencial adicional para los objetos.
La plena restauración de los documentos totalmente empapados, particularmente los encuadernados, puede ser un proceso muy costoso incluso bajo las condiciones más favorables. En la mayoría de los casos los altos costos implicados no justifican el rescate y la restauración de libros que aún se siguen imprimiendo y que pueden ser reemplazados. Sin embargo, las decisiones concernientes a estos factores son prácticamente imposibles de tomar durante una operación de salvamento, incluso cuando existe un plan para desastres. Por otra parte, no sería aconsejable el no intentar salvar todo si se hace necesaria una tasación por parte de una aseguradora y si se va hacer una reclamación a la misma.
La congelación seguida de un secado por congelación al vacío se ha demostrado como uno de los métodos más efectivos para la eliminación del agua en grandes cantidades de libros y otros registros en papel, pero el secado no es el paso final en el proceso de recuperación. En la mayoría de los casos el secado se debe completar con la restauración y la re-encuadernación y, por lo tanto, la técnica y éxito del método de secado elegido afectarán directamente el costo económico final de la restauración, que puede ser muy cara. En algunos casos los volúmenes que tan sólo están húmedos o que han sufrido daños físicos menores antes de la congelación, pueden salir de la cámara de secado en tan buen estado que pueden ser ubicados directamente en sus estanterías. Es preferible, en cuanto sea posible, que el empaquetamiento hecho en el lugar del desastre se lleve a cabo de forma que se separen los objetos muy mojados de los que sólo lo están parcialmente y de aquellos que tan sólo están húmedos por exposición a condiciones de humedad elevadas. Esto no sólo redundará en ahorros de costos económicos durante el secado sino que ayudará a evitar un exceso de secado de los objetos menos mojados.
Así pues, a los bibliotecarios y demás personas que se deban enfrentar con las decisiones que siguen a una inundación grave y/o al daño causado por el agua empleada para la extinción del fuego y la subsiguiente exposición al daño que esta cause, se les debe recordar que la reposición tiene casi siempre un costo menor que el salvamento y la restauración. La necesidad de calcular en forma razonable el costo real, in situ, es la mejor razón para estar preparados de antemano mediante el desarrollo de un plan de preparación ante desastres. Ya se han redactado un cierto número de planes que pueden encontrarse en la literatura y que pueden servir como modelos.
Animamos a todos nuestros colegas que están preocupados por la integridad de las colecciones de las bibliotecas, incluyendo a aquellos a los que es difícil persuadir de que un desastre pueda suceder alguna vez, para que formulen sin dilación planes de preparación frente a desastres, ¡con la esperanza de que nunca sea necesario referirse a este documento en momentos de angustia!